Este pasado miércoles, 14 de abril, se presentó en Barcelona el proyecto político Alianza de la Izquierda Republicana de España. Parece insólito que una organización que se reclama española nazca en Barcelona, capital del secesionismo. Pero si nos adentramos en el análisis de la situación política es tal vez lo más lógico, a tenor de la miopía de la izquierda “formal”, si es que así podemos definir a PSOE y a UP.
De España.
El jacobinismo parece gozar de mala prensa entre una izquierda entregada a la exaltación de la diversidad y que parece haber olvidado la esencia de la izquierda: la igualdad.
Pero si entendemos jacobinismo como radicalidad democrática en la lucha por la triada ilustrada, Libertad, Igualdad y Fraternidad, podremos eliminar prejuicios subliminalmente instalados desde hace años en las mentes de los españoles desde las instancias de poder, tanto estatales como autonómicas e incluso municipales. La radicalidad centralizadora inicial respondió a la necesidad de construir la nación de ciudadanos, no solo en Francia, sino también en España, dando como resultado la Constitución de 1812, la Pepa, que acabó con el Antiguo Régimen y abolió los fueros medievales.
Art. 1. La Nación Española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios.
Art. 2. La Nación Española es libre e independiente, y no es, ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona.
Art. 3. La Soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales.
Este jacobinismo es evidente que no puede gustar a quienes reclaman la diferencia para separarse, a la par que exigen la uniformidad identitaria en su proyecto totalitario y pseudo-republicano.
Si algo sabemos es que las sociedades como la española son plurales culturalmente tanto en el conjunto de España como en el interno de las comunidades o regiones que la conforman. Hablar desde la izquierda de España plurinacional es un absurdo que solo alimenta la insolidaridad y ambición de las castas político-económicas de las autonomías. Es entrar en una espiral de fragmentación explosiva que acabaría con los pocos derechos que los trabajadores de este país aún disfrutamos. Multinacionales y oligopolios se frotan las manos ante la perspectiva. ¡Un desastre para la clase obrera de España!
Izquierda Republicana.
Lejos del republicanismo bananero del secesionismo, A.I.R.E. defiende un republicanismo que va más allá de la simple sustitución del jefe del estado. Consideramos que no existen derechos de sangre, que el sistema hereditario es socialmente injusto ya que consolida la desigualdad de origen, que los pobres heredan pobreza y los ricos riqueza, que hacer republicanismo es reclamar una ley de sucesiones única y progresiva para toda España donde las grandes fortunas y la nobleza latifundista paguen lo que corresponda al Estado. Hay que acabar con la competencia fiscal entre comunidades.
Mi republicanismo está más cerca del discurso del 3 de octubre de 2017 de Felipe VI que de las pretensiones secesionistas del 1 de octubre o del antimonarquismo de Pablo Iglesias y sus adláteres.
Nuestro republicanismo propone una reforma constitucional que elimine todos los aforamientos existentes, incluido la inviolabilidad del Jefe del Estado, sea Rey o Presidente de la República.
Donde los derechos sociales (trabajo, salud y vivienda) no sean meramente declarativos, sino efectivos. Transformar a España en un estado laico, no solo en lo religioso, también en lo identitario.
Queremos reformar la organización territorial del Estado, blindando en la Constitución aquellas competencias que han de ser propias de la Administración central del Estado como garante de la igualdad de todos los ciudadanos, como son la Sanidad, la Educación, la Justicia, la Seguridad Social, el sistema impositivo y las fuerzas y cuerpos de seguridad. El sistema autonómico ha de evolucionar hacia la racionalidad, huyendo del actual neo-feudalismo identitario centrifugador. Es evidente que esto implica la desaparición de los cupos vasco y navarro y la supresión de la disposición adicional primera sobre derechos históricos. Queremos que desaparezca la alusión a “nacionalidades” de nuestra Constitución.
Abogamos por la derogación del artículo 135 de la Constitución, que afecta a nuestra soberanía y que deja a los derechos sociales y a los servicios públicos mermados y por detrás de los intereses de los grandes capitales que monopolizan la deuda del Estado.
Queremos una banca pública y una banca privada que actúe como servicio público.
Tenemos una gran reforma pendiente que afecta a la calidad democrática de España como nación de ciudadanos libres e iguales: El sistema electoral. Solo podemos garantizar la máxima de “una persona, un voto” si ese voto vale lo mismo para todos, independientemente de dónde vote y a quién vote. Proponemos la Circunscripción Única para elegir nuestra cámara de representación popular, el Congreso de los Diputados, garantizando la proporcionalidad, la representación de todos los territorios y el desbloqueo de las listas que permita al elector reordenarlas. Para el Senado, las circunscripciones serían autonómicas, con representación proporcional al censo y el resto de condiciones similares a las del Congreso. Para evitar el chantaje que desde la Transición han ejercido los nacionalismos en la gobernabilidad del país proponemos un sistema innovador que garantice gobiernos fuertes y estables que, partiendo del resultado del legislativo, permita la elección de Presidente de Gobierno mediante voto popular en caso de insuficientes mayorías parlamentarias. Esto nos evitaría la continua repetición de elecciones y desmantelaría los chantajes nacionalistas.
Como diría Paco Frutos, el nuestro es un horizonte republicano y socialista, y ambos son proyectos que no se han de basar en un anti-monarquismo primario o en un republicanismo de proclamas vacías de contenido, o guerra-civilistas, ni en un dogmático y mal entendido pseudomarxismo; no. El advenimiento de la 3ª República, como presupuesto para llegar a una sociedad más igualitaria y más justa, solo será viable sobre la base de un debate amplio entre todos los españoles y su consenso. Lo demás queda en el saco del enfrentamiento improductivo.
Sobre banderas.
Solo la obcecación nos puede llevar al enfrentamiento por banderas. La actual bandera constitucional es idéntica a la de la Primera República Española salvo en escudo; por ello, ver en la bandera constitucional una reminiscencia del franquismo es un error, ya que la primera es muy anterior al segundo. Es lo que suele suceder a ciertos dirigentes como Ada Colau o el alcalde de Palma al considerar a militares españoles que vivieron, y murieron, antes del golpe del 36 como franquistas por el simple hecho de ser españoles.
Es evidente que el actual republicanismo, en general, ha adoptado la bandera de la 2ª República y como tal la tenemos muchos, pero es un símbolo reivindicativo y, cuando llegue la tercera –si conseguimos que llegue–, la bandera será la que entre todos acordemos. La usamos en nuestra presentación, pero ciertamente es chocante verla en manos de gentes tan antiespañolas como los separatistas, cuando la 2ª República declaró que España es un estado integral y específicamente prohibía la federación entre regiones.
Cualquier día recuperaremos la bandera de la Primera Republica con el escudo de la segunda o la de las milicias nacionales que la Constitución de Cádiz reconoció como fuerzas combatientes, y cuyas tres bandas (rojo, amarillo y rojo) eran de similar tamaño… hechos menores cuando la simbología deber estar al servicio de la unidad y no de la confrontación.
Acabando.
A.I.R.E. es un proyecto de izquierdas lejos de cualquier dogmatismo o sectarismo que pretende aunar lo mejor de las tradiciones marxista, socialdemócrata, republicana… con un programa ambicioso, a la par que realista, que incida en la mejora de las condiciones sociales de los más desfavorecidos. Nuestro ámbito de actuación es España, una España solidaria y abierta al mundo con una especial cercanía a nuestros hermanos portugueses, al mediterráneo y a Iberoamérica, sin descuidar la reforma de una Europa (UE) excesivamente sesgada hacia el neoliberalismo. Claramente contrarios al nacionalismo y a los procesos de asimilación identitaria que esconde la mal llamada inmersión lingüística.
Entendemos que hay un espacio político que las actuales organizaciones de izquierda no cubren, y eso se percibe en los altos niveles de absentismo entre los votantes de izquierda que se producen cíclicamente en algunos procesos electorales: por ejemplo, en las pasadas elecciones autonómicas de Cataluña del 14 de febrero. Un espacio teórico que hemos de construir y conquistar.
Lo que seamos o lleguemos a ser dependerá de nuestro esfuerzo y capacidad para convencer a nuestros conciudadanos de la bondad de nuestras propuestas. Es lo que se denomina democracia.
Nou Barris, Barcelona. Viernes, 16 de abril de 2021
Vicente Serrano.
Miembro de Alternativa Ciudadana Progresista y del Grupo Promotor de A.I.R.E.
Autor de EL VALOR rEAL DEL VOTO. Editorial El Viejo Topo.
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