Resaca y depresión post Diada

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Tras la Diada siempre hay una extraña sensación de resaca y depresión. El nacional-secesionismo parece respirar tranquilo, sosegado y autorrealizado, mientras el constitucionalismo parece hundirse en la resignación y el desánimo. Una situación que dura una o dos semanas aproximadamente hasta que retorna la visión de la realidad tanto para unos como para otros.

Llamativo que en TVE, en un programa matinal de tres contertulios, dos son secesionistas y el otro casi… Es como una falsa realidad, una virtualidad, como un fake news. Se retoman los memes indemostrables, eso de que el 80% de los catalanes queremos votar un referéndum de independencia… Es una mentira repetida y repetida hasta la saciedad.

En los dos últimos pseudo referéndums no ha llegado a votar ni el 50% de la población. En el referéndum –este sí legítimo– sobre el Estatut del 2006 tampoco llegó a participar ni la mitad del censo electoral (menos del 49%). En las elecciones, tanto generales como autonómicas, el voto nunca ha llegado al 80% (se acercó en las autonómicas de 2017, con un 20,91% de abstención, un 37,44% de independentistas y un 41% de no independentistas), y de esos participantes (votantes) más de la mitad no eran nacionalistas (52%). ¿De dónde sale ese 80% de catalanes pro referéndum de independencia? Eso es una de las cosas que queda por dilucidar. Pero lo cierto es que nadie lo discute, solo algunos políticos que extrañamente están en la derecha, porque la izquierda, tan tonta ella, es incapaz de analizar la realidad. Claro que hablo de una izquierda oficial… pongamos PSOE/PSC o Comúns o Unidos Podemos.

Sistemáticamente, las gentes de la izquierda no nacionalista no nos cansamos de repetir que ese 80% no existe, y queda demostrado en las continuas encuestas del CSIC y en los resultados electorales de los últimos años. El secesionismo ha tocado techo: nunca ha superado el 38% del censo electoral. Pero es evidente que contar con el gobierno de la Generalitat y unos presupuestos muy bien administrados consiguen dar una imagen que rompe la realidad. Evidentemente, unido a una procesión anual en la que se congrega un número importante de fieles y acólitos. En ningún caso llegando al millón… Nunca ha habido un millón de personas manifestándose por las calles de Barcelona. Son muchos, cierto, pero entre 200.000 y 400.000. Es lo que movilizaron el 1 de octubre del año 2017, nunca más de lo dicho: 2.000 colegios electorales con una media de 100 a 200 personas por colegio turnándose mañana y tarde y acudiendo a reforzar otros colegios da un máximo de 400.000 activistas. (¡Creo que exagero!)

El suflé debería bajar en un par de semanas, pero Torra y Puigdemont saben que hay que mantener la tensión. Por ello nos han preparado un otoño calentito, y seguro que el 1 de octubre nos tienen preparada otra procesión o yincana.

Pero lo más penoso es que los medios de comunicación de ámbito nacional (español), públicos y privados, den carta de naturaleza a un falso relato que muestra una Cataluña mayoritariamente independentista. Eso deja en desamparo a la mayoría de catalanes que no comulgamos con un procés forzado y falseado. Si además comunes y socialistas dan pábulo a dicho relato, somos las clases trabajadoras, esas que dicen representar, las que sufriremos, como siempre, las consecuencias: pagaremos los platos rotos de unos irresponsables históricos.

Sigan alimentado a la bestia hasta que al final nos devore.

Nou Barris, Barcelona. 14 de septiembre de 2018

Vicente Serrano.

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