Garzón, el Twitter y la plurinacionalidad.
El Twitter al limitar el número de caracteres fuerza a sintetizar las ideas, lo que agudiza el ingenio por un lado y por otro consigue transmitir en una frase complejas definiciones. A veces nos transmite en tan poco espacio los problemas de elaboración del pensamiento, las contradicciones, los prejuicios, los esquemas mentales, las debilidades de sus autores.
Alberto Garzón llamó mi atención con el Twitter que sigue:
“El proyecto de Ciudadanos es calcar a Macron en lo económico y a Lepen en el nacionalismo excluyente. Un Trump español”
Y a mí me parece que en esa frase nos traslada todos los “errores/males” que sufre la izquierda española: ¡No se enteran! O no quieren enterarse. Y no tanto por su tendenciosa definición de lo que es Ciudadanos; conste que en parte tiene razón, el programa de Macron y el de Rivera se parecen, pero, en todo, caso sería Macron quien copio, calcó, a C’s, mas que nada por una cuestión cronológica. Se equivoca y lo hace adrede cuando lo califica de lepenista o de Trump español, cuando no lo es. A mi particularmente C’s no me gusta nada, su deriva neoliberal es imparable, pero ese es otro tema.
Es claro que C’s aspira a dar el sorpasso al PP en la derecha, pero la misma operación pretende UP en la izquierda respecto al PSOE. La derecha española siempre ha sido muy proclive a pactar con el nacionalismo catalán y vasco. Lo que tiene despistado al PP es su incapacidad para hacer retornar al redil a los de Convergencia/PdCat/JxCat. Parece evidente que, como siempre, están dispuestos a cederles terreno, competencias y si se tercia un referéndum –¡al tiempo!–. En ese sentido parece que C’s interpreta mejor el sentir de los españolitos de a pie. Es evidente que a Garzón eso –entender a los españolitos– le cuesta bastante.
“Peligroso este experimento ultranacionalista que llama permanentemente al conflicto..”
Lo peligroso del experimento no es que sea ultranacionalista –que, por ahora, no lo es– sino que puede acabar quitándole votos a UP y esa es la clave del desafuero de Alberto. No es que acabe quitándole votos, no, ya lo ha hecho en varias citas electorales. Que eso pase mayormente en Cataluña no impide que con el tiempo pase en toda España.
En realidad yo creo que en el tema procés, C’s, en los últimos tiempos, ha suavizado mucho su discurso centrándolo en una imagen constitucionalista y de renovación democratica y ahora en criticar la xenofobia de Quin Torra, olvidándose de sus fuertes criticas a la, mal llamada, inmersión lingüística que se aplica en la escuela catalana. Un sistema de asimilación identitaria que pretende la separación afectiva entre catalanes y resto de los españoles. Que tal sistema haya fracasado, como lo demuestran los resultados electorales autonómicos de 2015 y 2017, todavía no ha hecho abrir los ojos a la izquierda española, debido sobre todo a su dependencia del relato que les llega desde sus socios en Cataluña: En Comú Podem Catalunya.
Que un dirigente como Garzón vea más peligroso lo que hace C’s que lo que hace el nacional-secesionismo, a los que, cada vez más, se les ve el plumero lepenista –¿no cree que quien “llama permanentemente al conflicto entre identidades” son los independentistas?-, hace dudar de su capacidad como estadista e incluso como analista de la realidad. Claro que si quien le cuenta las cosas es un tal Nuet y encima se lo cree, podemos afirmar que no hay esperanza.
“… conflicto entre identidades nacionales en una España que es plurinacional”
Entremos en el tema de frente. ¿Es España una nación de naciones? Seguramente podríamos darle muchas vueltas sobre el concepto nación y hasta podríamos encontrar una definición que permitiera esa afirmación. ¿Podriamos?
España es una nación política y se configura como tal a partir de la Constitución de Cádiz, donde los derechos forales se superan, con sus aciertos y con su sufrida historia durante el siglo XIX. Cuando Marx habla en sus artículos para el New York Daily Tribune de La España Revolucionaria, y sitúa la primera revolución del siglo XIX entre el 1808 y 1814, no parece dar a entender que existieran identidades oprimidas desde 1714. Tal vez se le pasó por alto.
Yo particularmente diría que España es una nación de nociones, que cada uno es libre de sentirla a su manera, es decir España no es patrimonio de nadie, que no necesita nacionalistas, ni nacionalismo españolista y que como dice Guerra –a la vejez viruelas, ahora despierta siendo, como es, corresponsable de la deriva del nacionalismo- el concepto de “patria es la igualdad entre todos los españoles”, y yo añadiría que el único patriotismo posible es el patriotismo constitucional.
Seguimos atascados Alberto
La izquierda al alimentar la defensa de la plurinacionalidad de España con la consabida mochila del derecho de autodeterminación, y ahora, una vez pasado por maquillaje, el dret a decidir, lo único que hace es alimentar los nacionalismos de corte identitario o herderiano –xenófobo, por si no se entiende-. Aceptar que Cataluña es una nación (cultural) y que por tanto tiene derecho a constituirse en estado (nación política) es contrario a los intereses de las clases trabajadoras de Cataluña y de toda España. El nacionalismo catalán –que sí que existe, son los nacionalistas los que crean la nación identitaria– no es un problema de hace cinco años, es un problema viejo, que hay que resolver. Pero la solución nunca será concederle una tras otra todas las reivindicaciones insolidarias que reclame.
Es hora de la existencia de una izquierda que diga, alto y claro, que España es diversa y plural, pero que a la par diga que no, que no es plurinacional, que queremos un estado integral como definía la Segunda República Española y que se necesita una reforma constitucional que cierre el sistema autonómico -declarando la autonomías existentes, delimitando las competencias de las tres administraciones: estatal, autonómica y municipal, que implante un sistema fiscal igualitario, compensado y solidario para todas las autonomías –eliminando conciertos y cupos-, eliminando también, entre otras, la disposición transitoria cuarta.
Y ahí seguimos, pero como no creemos en milagros, sabemos que Grazón no sufrirá una cura de su ceguera consuetudinaria ante el nacionalismo, la misma que muchos progres, no caerá del caballo ni se le aparecerá Lenin, no. ¡Deberemos espabilar!
No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy.
Nou Barris. Barcelona. 24 de mayo de 2018
Vicente Serrano
Presidente de Alternativa Ciudadana Progresista y miembro del Foro de las Izquierdas No Nacionalistas.
Autor del ensayo EL VALOR rEAL DEL VOTO. Editorial El Viejo Topo, 2016
Publicado en Crónica Popular
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