El timo del CUPonazo y otros caballos de Toya

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Que la CUP salva el «procès», que se doblega a lo que manda el nacional-catalanismo. ¿De que nos asombramos?. Acaso alguien se creyó la pose anticapitalista de la CUP. Me jode tener la razón. Pero lo que más me jode es tanta pusilanimidad y tanto aspaviento. Que la CUP apoyara finalmente un gobierno de “Junts pel Si” o no, no es un problema de coherencia sino de estrategia independentista, los costes de unas nuevas elecciones habrían sido caros y la más que previsible incorporación del «EnComùisme» al proyecto no hubiera sido suficiente para conseguir esa «mayoría imposible» que ambicionan. Sigamos ingenuos que todo se andará.

El nacional-catalanismo

Tal vez lo mejor es empezar por el principio. El nacionalismo en Cataluña tiene un proyecto y este ha tomado formas distintas a lo largo de la historia, siendo, sin ser exhaustivos, más autonomista en una época, más franquista en otra y más independentista en esta. Y no, no es que sea un grupo estable y cohesionado quien dirija el “oasis”, en realidad es un cúmulo de familias e intereses interrelacionados que desde hace muchos, pero que muchos años, hegemonizan la sociedad catalana tanto en lo económico como en lo cultural y en lo político. Para más detalles habría que entrar en estudios históricos que abundan. Deberíamos incluso retrotraernos a fechas más pretéritas en donde se consolidan esas llamadas 300 familias.

El nacionalismo es un proyecto de hegemonía social al servicio de unas familias que han practicado la transversalidad política y el travestismo ideológico cuando a sus intereses ha convenido. La CUP es parte de ese entramado.

A pesar de que el transfondo nacional-catalanista es profundamente conservador y étnico sabe que no podrá culminar el proceso iniciado durante la transición sin incorporar a los castellano-hablantes. La mayoría de ellos constituyen la clase trabajadora y popular de Cataluña y sus opciones ideológicas se mueven en torno a una izquierda indefinida (socialismo/comunismo) pero profundamente radical en lo social. No tienen especial empatía con el catalanismo pero ha soportado estoicamente los procesos de asimilación identitaria del pujolismo. A pesar de los grandes esfuerzos y gastos el grado de conversión identitaria es relativamente mínimo. El viejo PSUC sentó las bases de un “catalanismo popular” con su apoyo a la “inmersión lingüística” como forma de integración y ascensión social para la clase obrera proveniente de fuera de Cataluña. Hoy se puede constatar el fracaso de aquellas políticas ya que el ascensor social en Cataluña lleva averiado más de 30 años y la falsa inmersión lingüística solo ha servido para mantener más alienado del poder a esas clases, condenándolas a la subsidiaridad y a ser ciudadanos de segunda. El otro partido encargado de vehicular y contener las ansias políticas de los “nouvinguts” fue el PSC que cual sucedáneo del PSOE ganaba las elecciones generales en Cataluña y perdía las autonómicas. Ambos partidos cumplieron su labor perfectamente en la etapa autonomista del nacional-catalanismo; sus líderes siempre, o casi siempre, provenían de la burguesía catalana y en las (des)honrosas excepciones cumplieron cual diligentes siervos del establishment radicado en Barcelona (como diría mi tocayo Navarro) al que servían. El paradigma de todos ellos: José Montilla.

La imposible mayoría

Tras cuatro elecciones y un sucedáneo de refrendo el nacional-catalanismo constata la imposible mayoría. La suma de CDC y ERC en JxSi junto a la CUP les ha dejado en un cenagal. Los “xarnegos”, los “nouvinguts”, los castellano-hablantes no se han integrado y en las últimas autonómicas abandonaron a las formaciones de izquierda que tradicionalmente acaparaban su voto y se lo dieron a quien los nacionalistas, ufanos, nunca creyeron que se les irían los votos del cinturón rojo: a Ciudadanos, esa nueva derecha tan frentista con el proceso independentista.

La CUP es incapaz de acercar a los trabajadores a pesar de incorporar a dirigentes con apellidos castellanos, concentran grupos de seguidores de estética ocupa y atraen a activistas antisistema en busca de un proyecto, son los hijos mimados de un nacionalismo que necesita una línea contestataria. Se instalan en distritos obreros como Nou Barris, y hacen mucho ruido, pero su implantación real es mínima y eso se traduce en los bajos porcentajes de votos en dichas zonas mientras las duplican en las zonas altas de Barcelona (7,4% en Nou Barris, 14,6% en Gracia en el 27S)

En una de mis “correspondencias indiscretas” transcribía las palabras de mi amigo El Barquero: “El PUC necesitaba entrar en el viejo cinturón rojo y Oliveras y la monja les están siendo útiles… dado que los de la CUP son los más esencialistas del conglomerado nacionalista y no sirve para la “charnegada subalterna”” Aclaro: El PUC o Partido Único de Cataluña es una definición para englobar a todos los partidos que trabajan por y para el nacional-catalanismo. “Procés Constituent” dirigido por Arcadi Oliveras y Teresa Forcades, con la participación de Vicens Navarro, se dividieron entre la CUP y “Catalunya SiQueEsPot”  antes de las elecciones catalanas del 27S. Al frente de la candidatura de “En Comú Podem” para las generales del 20D estaba otro de sus promotores, Xavier Domènech. La pregunta es ¿Si la CUP no es capaz de atraer el voto de las capas populares, le corresponderá en un futuro a “En Comú Podem” captar ese voto para el independentismo?

El CUPonazo

Acuerdo in extremis, ¿in extremis? Parece evidente que alguien ha debido dar las órdenes de parar. Una cosa es mover el árbol y otra descarrilar el tren. Monumental bronca y cabezas a rodar. No era el momento de arriesgar unas nuevas elecciones, habría evidenciado la deriva bajista del independentismo.

De los casi 800.000 votos (-16,69%, ver gráfico) que pierde el independentismo es difícil evaluar su destino pero teniendo en cuenta que en el 20D la participación bajo alrededor del 6,5% (casi 350.00 votantes menos) y que la CUP no se presentó parece evidente que mucha o parte emigró a “En Comù Podem”, gran beneficiario en las generales. Pero seria erróneo pensar que todos los independentistas migraron a la opción Colau. Más bien fue la clave española la que retroalimento dicha opción. Si sumamos los  336.375 de la CUP en Septiembre y los 245.407 que pierde Ciudadanos nos da una cifra muy cercana (superior) a los votos incrementados por “En Comù Podem” respecto al resultado de SiQueEsPot de setiembre. Extraño lugar de encuentro de opciones irreconciliables.

Ante esa situación cabe pensar que los votos perdidos por el nacional-catalanismo no retornarían a su origen en otra contienda autonómica, al menos no todos, ni tampoco se quedarían en la opción podemita. Así las cosas el riesgo de debacle del independentismo era elevado, no es de extrañar pues la solución de “ordeno y mando” de última hora a pesar de que se les haya visto el plumero a los falsos anticapitalistas.

Se mantiene el farol de la desconexión con España de forma torticera y se pospone para más adelante la jugada del asalto a la imposible mayoría con la colaboración interpuesta del “EnComùisme” de Colau/Iglesias. Pero de ese caballo de Troya hablamos otro día.

Barcelona, 10 de enero de 2016

Vicente Serrano

Miembro de la Junta de la asociación Alternativa Ciudadana Progresista

Ver artículo original en Crónica Popular

Ver en Alternativa Ciudadana Progresista

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