Parece que asistimos a una opera bufa en que la voluntad popular es tan solo un condimento que se aliña en un juego torticero y tramposo. Entremés teatral para concretar una lista secesionista con lágrimas de cocodrilo junqueras y damas con apariencia de sufragistas y alma de novena presionando para su concreción y el colofón final con chantaje tapado y descarado de Mas: ¿O yo o el caos? Y su resultado final: las dos cosas, Mas y el caos. Romeva, el héroe que se autoinmola (“todo por la patria”), ofreciendo su lisa cabeza cual ariete que abrirá las puertas de la “libertad”. Solo faltaba la manifestación de “adhesión inquebrantable al régimen” debidamente financiada con dineros públicos.
El tocomocho esta lanzado. “No contaremos votos, contaremos diputados” y ni aún así. No les salen las cuentas. Nunca les han salido pero para su auxilio siempre ha estado ahí esa ley electoral española que tan buenos réditos ha dado al nacional-catalanismo.
Es el juego de tronos del chantaje continuo y de la puñalada trapera, es saber que no habrá independencia pero siempre se podrá negociar blindajes para la corrupción, blindajes para retener los dineros de los catalanes en manos de los de siempre, es asegurarse una parte más grande del pastel, blindaje educativo y lingüístico, blindar la asimilación, blindar el poder, blindar la justicia, blindar los impuestos…. Y cuando se blinda algo lo que se hace es hurtarlo al control democrático. Van cayendo y pretenden mantener el envite, pero no apoyándose en la voluntad popular, no. Apoyándose en el control de los medios de comunicación, en la asimilación identitaria impuesta en la escuela, en la creación de un metalenguaje que magnifica hechos y derechos inexistentes; eso que algunos llamaban la superestructura y que otros llaman el “significante vacío”. Memes, ideas fuerza, frases que se convierten en valor social algo cuyo contenido es la nada. A saber: “derecho a decidir”, “España nos roba”, “expolio fiscal”, “no nos dejan votar”, “plebiscito”, “La España ociosa frente a la Cataluña laboriosa”. Ideas que traslucen un criterio de superioridad, ¡puro supremacismo!
Obligado es bajar a los números, revisar los datos para ver que nos mienten. Conocido es que el abstencionismo se dispara en las autonómicas elevándose hasta mas de un 10% sobre las generales, que acostumbra a situarse en torno al 30%, y también que el independentismo no supera el 30% de los electores cuando las elecciones son autonómicas y que dicho fervor baja en las generales.
El porcentaje más alto que obtuvo el independentismo fue en las pasadas elecciones autonómicas del 2012, que llegó al 32,15% del censo. Ese porcentaje representaba un 47,84% de los votos válidos y resultaba de la suma de los votos de CiU, ERC y CUP. Dicho porcentaje por arte de la ley electoral se convertían en 74 diputados lo que daba al independentismo una representatividad irreal del 54,81%.
Y con esos mimbres no se atrevieron a hacer una Declaración Unilateral de Independencia.
El suflé comienza a bajar
A pesar de encuestas muy optimistas que auguran una mayoría absoluta es evidente que el suflé empieza a bajar y lo más probable es que la suma de CDC y ERC dé peor resultado que cuando se presentaban separados y más si a ello añadimos la herida abierta por Unió. Algunas encuestas auguran una pérdida de votos de hasta un 8% a “Junts pel Si” respecto al sumatorio CiU y ERC. La gran variabilidad de posibles resultados que se asignan a la CUP deja pendiente la posibilidad de que la mayoría sea absoluta.
Lo que parece claro es que si se mantiene el nivel de abstención del 2012 (32%) aun con los más optimistas de los resultados posibles el independentismo no representará más allá del 30 o 31% de la población en edad de votar ¿Cómo nos van a colocar una DUI con esos porcentajes? Como decía antes no es eso, no. La cosa es seguir mamando de la teta inagotable de lo público, con la coartada nacionalista.
La clave está en el reparto de escaños por provincia, donde se establece una desigualdad entre ciudadanos antes incluso de ir a votar.
Barcelona tiene prácticamente el 75% de los electores catalanes y el sistema electoral le asigna 85 diputados, lo que representa algo menos del 63% del Parlament. Tarragona, Lérida y Gerona obtienen en conjunto 50 diputados, un 37% de los escaños con tan solo el 25% del cuerpo electoral. La consecuencia es una sobrerrepresentación de las tres provincias, principalmente Lérida que duplica el porcentaje de escaños respecto al de su censo. Las columnas verdes (Gráfico 1) nos indican el coste de electores que tiene la asignación de cada escaño según provincia. Y todavía no hemos votado.
Discriminación de origen
A esto podemos llamarlo discriminación de origen. En democracia el voto de todos los ciudadanos ha de tener el mismo valor independientemente de donde residan. Otra cosa que no tiene nada que ver con esto es que en las zonas rurales o menos pobladas los costes de los servicios a los ciudadanos tengan costes más elevados, algo que tiene que ver con la solidaridad y la fraternidad que aseguran la igualdad.
El índice de poder del voto debería ser “1” para todos los ciudadanos pero la desigual asignación de escaños distorsiona tal valor. El índice de poder del Censo determina su valor antes de emitir el voto. Como puede observarse en el grafico anterior la línea roja nos informa que los votantes de Lérida multiplican prácticamente por 2,5 el poder del voto de los ciudadanos de Barcelona.
Trasladado el análisis al voto real de las elecciones autonómicas de 2012 esa discriminación de origen se mantiene, como puede observarse en la media de votos por escaño (columna azul) y en el correspondiente Índice de Poder de Voto (línea amarilla).
Si establecemos dos áreas: provincia de Barcelona por un lado y el sumatorio de las provincias de Gerona, Tarragona y Lérida por otro y se calculan los porcentajes de cada área podemos ver los porcentajes de votos obtenidos por cada candidatura en cada área respecto a su total, y también se realiza el mismo cálculo de porcentajes respecto a la representación obtenida (gráfico 2).
Si observamos detenidamente el grafico los partidos que se benefician de esa sobrerrepresentación de las tres provincias son los dos partidos que se presentan ahora en “Junts pel Si”. Prácticamente la mitad (48%) de los diputados de CiU salieron de poco más del 31% de sus votantes. El coste medio de esos 24 diputados es el más bajo de todos, 14.571 votos.
El caso de sus compañeros de candidatura en estas autonómicas (ERC) es similar aunque ligeramente menos ventajoso: el 42,86% de sus diputados, 9 de 21, lo obtienen de menos de un tercio de sus votantes (30,37%) y el coste por diputado es uno de los más bajos, 16.745 votos. Entre CiU (el más beneficiado) y ERC está el PP, que con un coste medio de 15.659 votos obtuvo un 36,84% de representación de tan solo un 23,26% del total de sus votos en las tres provincias.
El PSC e ICV-EUiA mantienen esa sobrerrepresentación pero al ser su presencia fuera de Barcelona menor también el beneficio es menor. El caso de la CUP es llamativo al concentrar toda su representación en Barcelona, pero es debido a que sus más de 33.000 votos fuera de Barcelona se quedan sin representación. Y el que definitivamente rompe las normas es el reparto de C’s ya que es el único sobre representado en Barcelona (salvo la CUP) y en cambio está infra representado fuera, aunque ello es debido a concentrar su único diputado en Tarragona (26.000 votos), los 20.000 restantes quedan sin representar.
Es llamativo que el coste medio por diputado en Barcelona por un lado y en Gerona, Lérida y Tarragona por otro son similares, lo distintivo es que el valor de ese coste es de 29.576 y de 16.983 respectivamente (estas medias no coinciden con las mostradas en el primer gráfico ya que aquí solo se cuentan los votos a las siete candidaturas que obtienen representación). Siendo casi la mitad de votos los que necesitan en las tres provincias respecto a Barcelona. Los grandes beneficiados son los partidos más conservadores: CiU, ERC y PP.
Las reticencias a cambiar un sistema electoral tan tramposo parece que tienen un motivo espurio. Cambiar a un sistema con circunscripción electoral única y sustitución del la ley D’hondt por un reparto proporcional directo aseguraría un Índice de Poder de Voto igual para todos los ciudadanos independiente de donde vivan y un coste medio similar(ver otros artículos míos sobre esta propuesta en www.vicenteserrano.es).
Pero este juego de tronos contra la democracia se complementa con la existencia de restricciones de acceso a los medios de comunicación a las candidaturas sin representación a pesar de que se les ha exigido desde la última reforma obtener un porcentaje de firmas que demuestre una consolidación social para poder presentarse. Y a pesar de que todos los partidos con representación votaron hipócritamente en el parlamento catalán la desaparición de los bloques de información que les blinda la ley, ninguno hace renuncia expresa de ello y parece que reclaman su parte del pastel con ahínco. Y a pesar, también, de las recomendaciones del “Sindic de Greuges” Rafael Ribo, siempre tan cercano al poder soberanista, que por una vez y a destiempo se ha dignado reclamar algo de “ley”: la desaparición de los bloques de información electoral. Esos que marcan los tiempos de presencia informativa (incluidos debates) en función de los resultados pasados y condenan prácticamente a la invisibilidad a los extraparlamentarios. Y ahora solo son dos: PACMA y “Recortes Cero – Els Verds”. Y se sabe que donde caben 7 caben 9. ¿O no?
Concluyendo: si contamos los votos el falso plebiscito lo pierden los partidos secesionistas. Si contamos escaños el futuro se nos complica: la suma de JpS y la CUP tendrá una mayoría suficiente para formar el gobierno de la Generalitat. Pero para embarcarnos en más incertidumbre precisarán de la ayuda de alguno o algunos de los independentistas disimulados que encabezan “Catalunya Si que es Pot”, resultado del “síndrome de la izquierda cautiva”.
Malos tiempos para la verdad.
Vicente Serrano
Miembro de la junta directiva de Alternativa Ciudadana Progresista y nº 6 en la lista de “Recortes Cero – Els Verds” por Barcelona.
Barcelona, Crónica Popular. 14 de septiembre de 2015
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