Hoy marche solo a comer, elegí un pequeño restaurante en una bocacalle de Vía Laiteana. Cuando atacaba a mi primer plato apareció un compañero de mi sindicato acompañado de una amiga; total, que acabamos en la misma mesa comiendo.
Con esa mezcla de camaradería y mala leche que se gastan los “izquierdistas” en Cataluña fui presentando como “anticatalanista” y yo con la mejor de las sonrisas le aclare a la dama, que de eso nada –yo soy critico con el catalanismo- y como ella afirmo -“jo també”-, pues tan contentos.
Hablamos de todo, de la presentación del libro “Nacionalismo y Política Lingüística”, del lleno que tuvimos, de lo interesante del libro… derivo la conversación, no se como, hacia el lenguaje políticamente correcto y ahí los machitos fuimos pillados: argumentamos como pudimos que si “persona” “humanidad” y otras son genéricos con forma femenina, que para que decir tenisto, periodisto, baloncestisto, telefonisto, surfisto, etc. mejor lo dejábamos igual. La compañera no cejaba en su reclamación de un lenguaje no sexista y eso que, argumentábamos, si te refieres a “madres” es claro y excluyente solo se refiere a progenitores femeninos (perdón: progenitoras y punto), pero si hablas de “padres” o de “progenitores” son conceptos, ciertamente, masculinos pero son incluyentes de lo femenino y si quieres hablar específicamente de progenitores masculinos has de adjetivarlo. El debate no tenia buena salida y no sabia yo como afectaría a las relaciones de mi amigo y su amiga, por lo que intentamos argumentar la problemática que implica en cada panfleto hablar de “trabajadores y trabajadoras”, “compañeros y compañeras”, “hombres y mujeres”, “niños y niñas”, … No salíamos del callejón en que nos habíamos metido.
Finalmente, no se como, encontré el argumento definitivo: Es cierto que el lenguaje es sexista por la dominación del hombre a través de la historia, la historia es machista y por tanto lo es el lenguaje, y este no es más que el reflejo de la sociedad misma. Si queremos una sociedad mas justa donde el hombre y la mujer caminan en igualdad, cambiar solo el lenguaje, será tan solo una mano de pintura que no repercutirá sobre los valores generales, será una suerte de hipocresía, una formalidad social sin contenido….
No se si solvente el problema, si lo afrontamos debidamente, ni en que derivo la amistad de mis amigos (perdón: mi amigo y su amiga). Pero me ha hecho reflexionar sobre como la izquierda española afronta los problemas y creo que se esfuerza mucho en cambiar el lenguaje, en usar palabras políticamente correctas, en ser mas progre que nadie, pero no termina de encontrar los valores clave y las políticas que la sociedad le demanda… y así anda despistada y dando apoyo a quines nos quieren cambiar de lengua… ¿o es la identidad lo que nos quieren cambiar? .
No se si cortármela…….. ¡la lengua , claro!…………. o dejármela crecer….
Vicente Serrano.
Barcelona, 16 de diciembre de 2008
Hola Vicente, hola los demás:
¿Es directamente proporcional la cantidad de fórmulas machistas que se puedan encontrar en una lengua, con el machismo de sus parlantes? Si lo fuese, lenguas tan neutras en ese sentido como el inglés, habrían dado pie a sociedades mucho menos machistas, pues en una comparación a lo largo de la historia, no creo que estuviesen mucho más evolucionados, en ese sentido, que nosotros, los de la lengua de las mil diferencias de género. Lógicamente, para establecer una comparación entre las lenguas de Shakespeare y Cervantes, habría que tener en cuenta un periodo de unos 40 años en que, no por culpa de la lengua, la evolución de nuestra sociedad sufrió algún retraso.
Otra pregunta sería: Esos y parecidos rollos, de los que algunos estamos hasta el gorro, ¿sirven para la creación de ministerios-floreros? Yo creo que sí. Y, si no es así, por lo menos a la creación de ministerios menos necesarios que pudiera ser uno de ni-uno-más-al-paro-¡coño!? Pero, de ese no hay noticia, creo.
Y puestos a creer, creo que un Gobierno de “izquierdas” (no tengo más remedio que entrecomillarlo) debería de colocar antes, en un orden de prioridades, el que todo el mundo pueda vivir con dignidad. Esto es: con la panza llena y todos sus derechos de ciudadanía sin rozar; combatiendo, desde luego, cualquier situación de dominación sexista o de cualquier otra índole, que veje la dignidad de cualquier ser humano.
PD: La de hostias que se pueden dar manteniendo unas formas políticamente correctas.