Se veía venir, pero el gobierno de Rajoy pensó que todo se pudriría solo. Se llenó la boca de sentencias admonitorias: “el referéndum no se celebrará”, pero la verdad es que no hizo nada, lo delegó todo en el poder judicial con la pretensión de no mancharse las manos. ¡Y la cagó!
Las escenas de brutalidad policial son inaceptables, cierto, pero no dan la razón a quien las sufren, no; y menos a quien las provoca. Hoy se vuelve a llamar al “diálogo” como la cura de Fierabrás, como la palabra mágica que todo lo arregla.
Las escenas de brutalidad policial en todo el mundo son inaceptables, las perpetre la Policía Nacional, la Guardia Civil, los Mossos d’Esquadra o la Gendarmería Francesa. El uso de la fuerza, cuyo monopolio tiene el estado, debe ser ajustado a las circunstancias y ha de evitar poner en peligro a los ciudadanos innecesariamente, aunque éstos han de ser responsables en sus actitudes ante la autoridad.
Lo que pasó este domingo no supone un salto cualitativo en el nivel de la acción policial en España. Situaciones parecidas en manifestaciones de similar envergadura se han repetido con Mossos, Policía Nacional o Guardia Civil. En todo momento hay que denunciar dichas actuaciones y exigir que se diluciden las responsabilidades penales que correspondan; algo que corresponderá, en todo caso, al sistema judicial.
Pero la denuncia de la brutalidad policial no puede en ningún caso otorgar la razón política al que la denuncia, repito. Y eso es lo que ha pretendido y buscado el secesionismo con su estrategia, bien diseñada, de la “espiral de acción-reacción-acción”. Esto ha sucedido así por la incapacidad de los responsables del gobierno –desde el presidente hasta el último mando, pasando por el ministro del interior– para establecer un plan ante lo que se les venía encima, incluyendo la ingenuidad de creer que los Mossos cumplirían con sus obligaciones. Era evidente que 10.000 agentes no podían realizar el trabajo para el que se contaba con 27.000. La dejación de funciones de los 17.000 mossos dejo a las fuerzas de seguridad del estado en situación precaria. El drama estaba servido. Y el guión teatral que para ellos había diseñado el independentismo, un juego de marionetas inconscientes.
Esto no es una historia de polis buenos y polis malos. Esto ha sido un juego político vergonzoso donde ha habido ingenuos en todos lados, incluyendo manifestantes y policías (de unos y otros). Habrá pues que revisar la actuación de todos. La de los cuerpos de seguridad del Estado (incluyendo Mossos, que lo son), y la de los que organizaron ese gran teatro mediático que denominaron referéndum.
La estrategia SEZI
Pero quedarnos en el problema de orden público sería seguir en el guión prefijado por JxSí y la CUP. Al otro lado de la policía no estaba el “derecho a votar”, ni la “voluntad de un pueblo”, ni el “derecho a decidir”, no. Había, y hay, un proyecto totalitario. Un “procés” que lleva gestándose muchos años y que está llegando a los momentos más álgidos de su historia.
El asalto a la democracia, del acto en que ahora estamos, empezó con la aprobación de dos leyes inconstitucionales en sus pretensiones y en sus formas. Su objetivo derogar la Constitución y el propio Estatut, y lo hace la institución, el Parlament, que de ambas leyes emana. Pretender aprobar unas leyes para las que no tiene competencia y con la prohibición expresa del Constitucional, sin un proceso deliberatorio previo, y con tan solo una mayoría simple apoyada en una sobre-representación de un voto menor al 50% es una estafa antidemocratica.
Aunque algunos obtusos sigan repitiendo el meme de “votar no es delito”, lo cierto es que es delito cuando lo que se vota está expresamente prohibido. Y tal es el caso: si Cataluña no tiene derecho a la autodeterminación –porque así está estipulado en la ONU y la Constitución Española no le reconoce tal derecho–, organizar una votación sobre ese tema es ilegal. El delito es real. Ahora bien; como en todo delito, hay responsabilidad intelectual, responsabilidades ejecutivas, y responsabilidades por acción, por colaboración y por omisión. Si llega el caso, serán los jueces quienes deban asignarlas. Y las responsabilidades políticas, el Parlamento, mediante sus herramientas de control, y el pueblo en las elecciones.
El 1 de octubre la gran derrotada fue la democracia
El martes pasado, 26 de septiembre, en el acto del Foro de las Izquierdas No Nacionalistas, ya lo anuncié: Tres heridas y dos derrotas. Y es importante volver a remarcarlo: tras la palabra diálogo se habla de claudicación, de cesión, de ceder, de aceptar que Cataluña tiene soberanía y que por tanto el referéndum es necesario. Para establecer un diálogo real es preciso que las partes que participen en el diálogo sean todas las afectadas. Pero no se prevé en ese dialogo a esa mayoría que no fue a votar ni a participar en las algaradas pro-secesión. A mí el PP no me representa, ni Ciudadanos. Y lo más grave para mi desgracia: tampoco PSC, ni Comunes o Podemos.
Parece ser que se pretende una negociación entre España y Cataluña, cual si de dos entes distintos se tratara. Aceptar la paridad es una traición a la igualdad de los ciudadanos. Cataluña, en tanto que parte de España, no puede establecer una relación de bilateralidad con el Estado. Aparte de la inaceptable idea de que Puigdemont y sus compinches pretendan representarnos a todos.
El diálogo en democracia formal, que es lo que tenemos en España, se establece mediante elecciones. Y, a pesar de que el sistema electoral deforma la voluntad popular, es la única solución actual al conflicto interno que tenemos en Cataluña. Elecciones autonómicas, no plebiscitos, que permitan el debate/diálogo democrático interno en la Comunidad Autónoma catalana. Y elecciones generales para el diálogo/debate de todos los españoles.
Al nacionalismo no le interesa la salida democrática, pues tras varios intentos no ha conseguido la mayoría de votos y menos aun la mayoría social. El suyo es un proyecto que ha tocado techo. Su falsa revolución de las sonrisas ha quedado desenmascarada, su falso pacifismo también. El domingo hubo resistencia activa y provocación a la búsqueda de la imagen victimizante, y lo consiguieron; pero también hubo agresiones. Está habiendo agresiones.
El cierre patronal o la performance patriótica
Nos venderán “la voluntad de un pueblo”, pero es mentira. Hoy no se trabaja en Cataluña porque así lo ha decidido la Generalitat. A ningún funcionario le descontarán las horas, y a los pocos valientes que han decidido no seguir la falsa huelga les espera la estigmatización social y laboral. Cataluña cada vez tiene más similitudes con una sociedad totalitaria.
Pero no solo los funcionarios no trabajan hoy por decreto. Todas las empresas subcontratadas del Ayuntamiento de Barcelona han recibido orden de cerrar. Muchos empresarios independentistas encabezarán la falsa huelga. ¿Dónde está la clase obrera? ¿Dónde sus reivindicaciones?
Esta falsa huelga y los alborotos programados con ella –si cae otra carga policial serán felices, lo están buscando– forma parte de la construcción de un relato en el que buena parte de los catalanes esta cayendo. Dado que el secesionismo tiene una clara tendencia a decaer, los think tank bien engrasados con dineros públicos diseñan cada cierto tiempo eventos sociales que permitan mantener el pulso con una aplicación exquisita de la doctrina del shock que tan bien denunció Naomi Klein. –Si se visualiza el video recordad que habla de la historia de la lucha humana, no de la del pueblo catalán, francés, español o padano–. El domingo, ayer, hoy y en los días que vienen nos bombardearán con imágenes, ideas, memes, que pretenden crear un falso relato. No hay heroicidad en ese relato, es un camino al fanatismo y a la xenofobia.
La profunda herida que nos divide
No es nuevo, el nacionalismo lleva años alimentando el odio a lo español y en cada momento ha adoptado discursos diferentes, en cada momento ha adoptado posiciones más o menos radicales según sus intereses. Cerrar esa herida será complicado, tal vez se precisen otros treinta años con mucha pedagogía. Pero primero hay que reinstaurar el orden constitucional, situar a cada institución en el lugar que le corresponde dentro del estado.
La secesión de Cataluña sería el principio del fin de la democracia en España. Y para la izquierda ignorante el suicidio: No habrá 3ª República Española si hay secesión de Cataluña. La hegemonía social y política de los nuevos reinos de taifas será de la derecha, catalanista o españolista, andalucista o castellanista, pero de la derecha. La izquierda perecerá y las nuevas clases obreras resultantes serán pequeñas, débiles y mano de obra barata para las oligarquías locales y las multinacionales.
Me duele Cataluña y por ello me duele España. Y al revés.
Hace unos minutos unos vecinos se gritaban de ventana a ventana, se está alterando la convivencia. Leo el artículo de Isabel Coixet en El Pais y me transmite el mismo anhelo la vana esperanza de que alguien, en algún lugar, alguna vez, antes de que sea demasiado tarde, escuche las banderas blancas que susurran al viento “socorro
Vicente Serrano
Presidente de Alternativa Ciudadana Progresista.
Nou Barris. Barcelona. 03 de octubre de 2017
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Intervención de Vicente Serrano en La Sedeta, Barcelona. 26/09/2017
Intervención de Nuria Suárez en La Sedeta, Barcelona. 26/09/2017
Intervención de Miguel Candel en La Sedeta, Barcelona. 26/09/2017
Lectura del manifiesto:
«¿REFERÉNDUM ANTIDEMOCRÁTICO Y SECESIONISTA? NO, GRACIAS.
NO AL FALSO DERECHO A DIVIDIRNOS.»
A cargo de Luis Roca y Ángela Herrero. La Sedeta 26/09/2017. Barcelona
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