¿De quien es la soberanía?

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Tras la publicación del excelente artículo “Errores comunes” en TopoExpress, firmado por Antonio Santamaría, se generó un debate en el entorno de ASEC-ASIC con interesantes aportaciones que creo deberían tener transcripción pública dado que son de lo mejorcito que hoy se puede encontrar en la izquierda de toda España. Esperemos que alguien con más paciencia que yo se anime a ordenar dichas aportaciones para hacerlas más legibles y accesibles.

El debate se realiza entorno al consabido procés y las implicaciones de la reunión del 23 de diciembre de la flor y nata del soberanismo. Incluyendo entre dichas flores a Ada Colau (en la presidencia) y toda una suerte de organizaciones supuestamente de clase obrera. Pero para ello y valorar alguna de sus implicaciones bien está el citado artículo de A. Santamaría y el, duro y lúcido, de Paco Frutos en esta casa, reproducidos ambos en la web de ACP.

El debate, pues, se centró parcialmente sobre la posibilidad de realizar o no un referéndum en Cataluña y en algunos otros aspectos colaterales sobre el concepto de mayorías. Mi primera aportación al debate fue afirmar: El problema no es ganar o perder el referéndum, el problema es reconocerles soberanía. Es decir, que en su artículo Santamaría concede en un momento del mismo la posibilidad de realizar un referéndum. Si bien apunta que, “en abstracto, no parece una mala solución al conflicto planteado en Catalunya” y concreta que el problema es que no se dan las condiciones democráticas para realizarlo. Entiendo que A.S. no es consciente de que, como afirma el compañero Olegario, “la gran victoria del nacionalismo sería la celebración de un referéndum legal, no ganarlo, pero sí celebrarlo, por el precedente que supondría y por la simple razón de que se podría repetir hasta que el resultado fuera complaciente a sus tesis. (Naturalmente nunca al contrario)

El debate se ahonda con la aportación de Jordi “Respecto al tema del referéndum, y tal como yo lo veo, el orden debería ser el inverso al que propone el amigo Antonio: primero sería necesario que se aprobase, por referéndum, una nueva constitución española (o una reforma de la vigente) que expresase una voluntad mayoritaria del pueblo español (que es el único depositario de la soberanía) de permitir la existencia de un derecho de secesión en favor de los habitantes de una parte del territorio del Estado, y en unas condiciones y con unos requisitos claramente determinados; y, una vez vigente esa nueva disposición constitucional (y en el caso, únicamente, de que la voluntad del pueblo español fuese permitir una norma de ese tipo), convocar, con los requisitos y garantías que se hubiesen establecido, el correspondiente referéndum de autodeterminación aplicable al territorio para el cual se reclamase.

El mismo Santamaría participa en el debate para declarar su coincidencia con la propuesta de Jordi. Si bien en su alegato hace referencia a “la mitad del cuerpo electoral” como reclamante de esa independencia y a quien no se puede ignorar. El debate se alarga con interesantes reflexiones de otros compañeros.

En lo formal está claro que hay una prelación de la soberanía del conjunto de España. De ello ha de inferirse que si democráticamente se decide que no hay soberanía de las partes, el tema se acabó. Si por el contrario se concediera, deberían definirse claramente las condiciones que en tal proceso de consulta deberían de cumplirse, además de las garantías individuales de los ciudadanos afectados por dicho proceso.

Ciertamente, que la izquierda sea abanderada de ese soberanismo fragmentario es un problema de su propia falta de proyecto social, de su sumisión a intereses espurios y lejanos a las clases que dice representar. Para Santamaría “el referéndum se configura como la trampa perfecta para someter el espacio de los Comunes al proyecto secesionista”; contrariamente, yo y otros contertulios, como Salvador, entendemos que no es sometimiento sino libre decisión de inclusión en ese espacio: “hablan como ellos, piensan casi como ellos, no generan nunca cultura federalista, España -sin matices- para ellos es una mierda, ser catalán es una categoría especial, etc. etc. etc.

Pienso que reconstruir una izquierda crítica con el nacionalismo es una tarea urgente. Eso no quiere decir crear otro partido, en todo caso hay fuerzas dispersas que habría que juntar.

Pequeñas aclaraciones, no por ello menos importantes.

No es admisible hablar de la mitad del cuerpo electoral. El cuerpo electoral es el censo y sobre el censo solo hay constancia de un 36% (el 27S, últimas autonómicas con formato de falso referéndum) apoyando la secesión (el 47% es un valor referente a los votos válidos emitidos).

En 2014 escribí junto a Rafa Núñez dos artículos titulados «Derecho a decidir versus democracia radical» publicados el primero en El Viejo Topo y el segundo en Crónica Popular; en el segundo, en el apartado 4 titulado «la base electoral del derecho a decidir», hay un cuadro de datos y su gráfica analizando la evolución del independentismo, del no independentismo, del soberanismo y la abstención desde el referéndum del Estatut de 2006. A ello habría que añadir los datos del 27S –punto álgido del secesionismo- y los del 26J que son, si cabe, bastante frustrantes para el mismo: éste obtuvo el 32,09% de los votos emitidos, representando únicamente el 20,91% del censo.

Se puede discutir si una parte de los votantes de En Comú Podem es secesionista, pero en votos emitidos no se puede contar porque tal propuesta no se incluía en su programa. Aceptando que una parte de su electorado lo es, y teniendo en cuenta que obtuvo un 24,51% de voto, lo que representa un 15,97% de censo, y admitiendo la –poco probable– posibilidad de que la mitad de su electorado sea independentista, se puede afirmar que el secesionismo está de nuevo en franca disminución respecto al punto álgido del 27S y vuelve a situarse en porcentajes cercanos al 30% previo al 9N.

Sobre  el tan cacareado 70 u 80% de la sociedad catalana que reclama el “derecho a decidir” (soberanismo) a la luz de las votaciones del 26J/2016 no parecen cuadrar mucho. Ahí si que podríamos sumar los votos de En Comú Podem. Tal suma haría un total de 1.959.659 ciudadanos pro-referéndum, es decir un 56,59% de votantes, lo que representa tan solo un 36,88% de la población mayor de edad de Cataluña. Siendo magnánimos podríamos incluir los votos del PSC como soberanistas, aunque dudo que sus votantes lo sean, lo que elevaría los porcentajes al 72,71% de los votantes y al 47,38% del censo. Muy lejos de esa tercera parte que el nacionalismo se empeña en vendernos como soberanistas.

Si se quiere ver los valores del soberanismo en el seudo-referéndum del 27S sumaremos a los votos de JxSi (ERC+CDC) y la CUP los de CatSíqueesPot, alter ego de En Comú Podem, los votos representaron el 56,68%, no llegaron al 44% del censo electoral, menos de la mitad. Aquí no cabe sumar a los votantes del PSC ya que durante esas elecciones hicieron campaña contra el referéndum.

¿Sobre que datos se sigue manteniendo que la tercera parte de los catalanes somos soberanistas? ¿Encuestas, más o menos cocinadas, o elecciones reales? ¿A que juegan los medios de comunicación españoles, no solo los de Cataluña, dando pábulo a dicha falsedad? ¿Por qué el gobierno ha de negociar o dialogar solo con los independentistas, que son minoría, o con los soberanistas, que también son minoría? ¿Cuándo va hablar con los que no somos nacionalistas, que somos mayoría?

Para mí, hoy, desde un punto de vista de izquierda, lo más democrático es negar que el “derecho a decidir” exista. Porque es un constructo falso y demagógico. Me parece magnífico el símil de Domènec: “apoyar el referéndum separatista desde la izquierda en aras de que es muy democrático, es cómo si las feministas apoyaran un referéndum en contra del aborto porque también es democrático”. Y añado: si estamos en contra de la pena de muerte, no se nos ocurrirá trabajar para que haya un referéndum por si alguien quiere instaurarla… No, ¿verdad?

Pues eso.
Nou Barris, Barcelona. 02 de enero de 2017

Vicente Serrano
Presidente de Alternativa Ciudadana Progresista
Autor del libro El valor real del voto

Publicado en Crónica Popular, Alternativa Ciudadana Progresista

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