La apuesta por encumbrar a ERC como socio preferente para la política española se consolida. El PP la inició con la operación Soraya (¡vaya con la Soraya y su implicación en la fuga del Puchi!), y el PSOE la completa. Puigdemont con su detención en Italia parece querer boicotearla, una estrategia para no quedar marginado del negocio.
Porque ¿cuál es el negocio?
Cuando desde el gobierno se habla de superar el procés, lo que realmente están pretendiendo es volver a la casilla anterior al inicio del proceso… es decir, a mantener e incrementar los privilegios y hegemonía del nacional-secesionismo en Cataluña, a la par que los convierte en socio condicionante de la política española en su conjunto. Se asumen todos los tópicos del secesionismo: “lo español es carca y las identidades, sean nacionalistas o segregadoras, son progresistas”. Es la banalización de la democracia.
El procés fue la evolución forzada del nacional-catalanismo pujolista que mantenía una hegemonía opresora sobre las clases populares catalanas, distinguidas por su lengua… el español. El independentismo nunca ha pasado del 36% del censo. Cederle la hegemonía a perpetuidad es inaceptable, antidemocrático y antiobrero.
Tras leer el artículo de mi amigo Santamaría tengo la extraña sensación de estar atrapado en un tablero de ajedrez donde solo somos peones prescindibles. Es necesario abordar el problema saliéndose del tablero impuesto por la partitocracia. El tacticismo cortoplacista de Sánchez, junto al desnortamiento de UP y sus des-confluencias, con su apuesta incondicional al proyecto de desmembración de España justificado en una supuesta existencia de naciones originarias, hace inviable en este momento una solución gestionada desde la izquierda.
Es evidente que la solución por la derecha no será en ningún caso positiva, dada la aparición de una derecha ultramontana resultado de los graves errores de aquella izquierda y de la penosa gestión de los gobiernos del PP (El artificio del 155 debilitó aún más al estado), y difícilmente congregará en torno a sí una mayoría social que solvente el problema de gobernabilidad de España.
C’s está amortizado y caducado para tal labor al pretender robar el espacio del PP; su abandono del centro-izquierda inicial le invalida para liderar cualquier proceso de regeneración democrática. El experimento C’s demuestra la inviabilidad de soluciones transversales derecha/izquierda.
El PSC o Iceta, tanto monta.
Pero… ¿Cómo puede Iceta comparar la mesa de dialogo con las conversaciones de paz tras la guerra de Vietnam? ¿Dónde ha habido una guerra? ¿Entre qué países? ¿Se puede ser más inepto? Con ministros como éste, España está en el abismo. ¿No pretenderá decirnos que Cataluña es comparable a Vietnam, ni como victima ni como régimen capaz de expulsar al invasor…? ¿Cómo es posible que alimente los delirios secesionistas de esta manera?
Ni siquiera es un conflicto político… Es un intento de ruptura constitucional en el que hay condenados (indultados) y huidos de la justicia.
Nos marea sobre si redonda o cuadrada, cuando no puede haber mesa de diálogo porque no hay dos partes en plano de igualdad. España contiene a Cataluña, ¡punto! No puede haber bilateralidad.
El PSC siempre ha jugado a ser puntal del secesionismo. Es un socio-liberalismo al servicio de catalanismo. Siempre dominaron en su seno las facciones de la burguesía catalanista, incluso cuando se le fueron los michelines… Maragall y Cía.
Falta sentido de estado.
Si entre los dirigentes políticos el sentido de estado brilla por su ausencia, entre las oligarquías económicas no se puede decir que exista una clara visión del camino a seguir. La operación de sustitución del PP y PSOE por C’s y Podemos fracasó estrepitosamente, los nuevos cachorros tienen los mismos defectos que sus padres, la “juventud” no garantiza ni ética ni claridad de ideas.
Todos arrastran un complejo de culpa que demuestra, una vez más, que el franquismo sociológico está embebido tanto en la derecha como en la izquierda, en los nacionalistas catalanes y vascos como en los nuevos nacionalismos españolistas.
La globalización y la pandemia han contribuido a debilitar una España sin proyecto, con unas elites sin criterio político, dispuestas al enriquecimiento a costa de lo que sea, aunque eso sea vender España por parcelas.
No nos sirven estos mimbres para construir España. Ni las oligarquías económicas ni las políticas. Rechazo de plano que la solución para Cataluña sea pactar una tregua con el nacionalismo a cambio de volver a la situación previa al Procés, o peor, con un concierto económico para Cataluña. Sobran conciertos y cupos. Rechazo que la cesión continuada de competencias al País Vasco sea rutina. Rechazo que el “nacionalismo” de Madrid sea malo y los demás buenos. La insolidaridad es inaceptable en cualquier caso.
La regeneración ha de venir con un proyecto español, que no españolista. Ha de ser un proyecto para España, imprescindiblemente, desde la izquierda. Es hora de romper el statu quo, no solo del nacional-catalanismo, sino de la partitocracia inepta que nos gobierna a derecha e izquierda.
Nou Barris, Barcelona. 28 de septiembre de 2021
Vicente Serrano.
Secretario de Organización de AIRE – La Izquierda y miembro de la Junta de Alternativa Ciudadana Progresista.
Autor de “El Valor Real del Voto”. Editorial El Viejo Topo.
Publicado en El Mundo. También en AIRE – La Izquierda y ACP
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