Del discurso republicano del Rey a la capitulación del Estado

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El 3 de octubre de 2017, Felipe VI se dirigió a toda España con un discurso que podría haber suscrito perfectamente Don Manuel Azaña, Presidente de la Segunda República Española. Ciertamente en el último párrafo deberíamos cambiar “Corona” por “Presidencia” y “Rey” por “Presidente”… pero nada más, ni un punto, ni una coma.

Parece que desde entonces a hoy, el Rey es menos Jefe del Estado y el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es más un “presidente de la demediada república española”, dado el recibimiento que, como “Jefe de Estado extranjero”, le otorgo “el presidente de la república bananera de Catalunya”, Quim Torra.

Al PSOE de 2017 le pareció perfecto el discurso del Rey y hasta antes de las últimas elecciones parecía seguir apoyándolas, cual San Pedro negando ante Jesucristo que fuera a renegar de él. Lo cierto es que tras la cena/elecciones… Pedro renegó tres veces: No iba a pactar con el independentismo (1), ni con el populismo (2), ni aceptaría la bilateralidad con la Generalitat (3) –Bueno, esta no era explicita, sino implícita–.

Tras el “encuentro bilateral” la rueda de prensa de Sánchez se caracteriza por destacar la oferta de “Reencuentro” a la Generalitat, concediéndole todo lo pedido hasta el momento, menos lo de la autodeterminación, por el momento, y lo de la amnistía, que se administrara poco a poco y con disimulo… “sin que se note el cuidado”.

Están las bases sentadas para la capitulación del Estado ante las demandas del nacional-secesionismo. Como ya dije en mis pasados artículos, nada nuevo en la concesión continuada a los nacionalismos patrios… la diferencia está en la profundidad de los pasos dados. La constitución de una comisión bilateral, donde se equiparan las representaciones, destruye la jerarquía de las instituciones. El Gobierno se jibariza mientras la Generalitat se agiganta. El desprecio al resto de gobiernos autonómicos es inenarrable.

Mientras Sánchez utiliza un lenguaje comedido, sonríe y no levanta la voz, e incluso, aun afirmando que no cree en el derecho de autodeterminación de Cataluña, no lo descarta en el largo recorrido de las conversaciones… de sus palabras se sobreentiende que una solución final podría ser un referéndum, que aunque la Constitución no lo permite, dado que “la ley no basta”…

Torra, ni corto ni perezoso, sin renunciar a nada, reinterpreta a su interés las palabras de Sánchez y nos explica algo que, en la intimidad y en catalán, le habrá dicho, que no queda descartado ese referéndum… primero apruébenme los presupuestos… y luego seguimos.

Hay gentes que no se cansan de afirmar que la cosa es tener más poder, que lo de la independencia es un señuelo. Puede que tengan razón. Para el nacional-catalanismo convertirse en un Estado Libre Asociado y Rico, sería el novamás. Imagínense actuar como un estado independiente y poder echar las culpas de todo lo malo a España siempre y encima exigirles continuamente más pasta… ¡mejor denles la independencia, pero denme tiempo a empadronarme en mi pueblo! No quiero perder la nacionalidad española. (La cursiva es para que se entienda que es irónico)

Parodiando a Marx. Si ellos son republicanos (Manifiesto de ERC, JxCat, Bildu, CUP y BNG: «No tenemos rey»), entonces, entonces yo no soy republicano. O tal vez sí… yo sí y ellos no.

Nou Barris, Barcelona. Viernes, 07 de febrero de 2020.

Vicente Serrano.

Miembro de la Junta Directiva de la asociación Alternativa Ciudadana Progresista.

Autor del ensayo EL VALOR rEAL DEL VOTO. Editorial El Viejo Topo. 2016

 

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