El 12-O y el nacional-catalanismo
De unos años a esta parte, el distrito barcelonés de Nou Barris se ha convertido en el centro de atención del nacionalismo catalán. Viene a ser como la aldea gala irreductible de las historias de Astérix y Obélix: su conquista es clave para el procés secesionista, y las herramientas son algo dispares a las utilizadas por aquellos romanos tan lerdos. Han mejorado, introduciéndose entre los lugareños, comprando –con subvenciones- a algunos y, sobre todo, extendiendo un discurso/relato manipulado.
Me llega, vía whatsapp, la siguiente convocatoria:
“Convoquem a tot el veïnat de Nou Barris i Barcelona a venir a la concentració del proper 12 d’octubre a les 17h a la Plaça Sóller per mostrar el nostre rebuig a Societat Civil Catalana!
No podem tol·lerar una concentració de feixistes al nostre barri, no podem deixar que quedi impune i sense cap mena de resposta. Demostrem-los que a Nou barris no tenen cabuda i que no tornin mai més!
No volem feixistes, ni a 9 Barris ni enlloc!”
Traduzco:
“¡Convocamos a todo el vecindario de Nou Barris y Barcelona a venir a la concentración del próximo 12 de octubre a las 17h en la plaza Sóller para mostrar nuestro rechazo a Societat Civil Catalana!
No podemos tolerar una concentración de fascistas en nuestro barrio, no podemos dejar que quede impune y sin ningún tipo de respuesta. ¡Demostremos que en Nueve barrios no tienen cabida y que no vuelvan nunca más!
¡No queremos fascistas, ni en 9 Barris ni en ninguna parte!”
Repartiendo etiquetas de buenos y malos
La primera manipulación es la capacidad para etiquetar a los demás. Y nada más fácil que acusar de fascista a quien no comparta el proyecto secesionista. No es que yo comulgue con Societat Civil Catalana, no es el caso; es más, en su día publiqué una crítica sobre su propuesta: Transversalidad o izquierda frente al nacionalismo. Pero afirmar que son fascistas por ser contrarios a la secesión es una de las acusaciones más rastreras que he oído y leído. Que alguien pretenda apropiarse y ser portavoz del sentir y el pensamiento de los ciudadanos de 9Barris sobre la fecha del 12 de octubre si que parece tener tintes fascistas. Aconsejo la lectura sosegada sobre el tema escrita por un buen amigo: Gerónimo.
Nou Barris es el paradigma de los barrios obreros en Cataluña. La mayoría de los que aquí vivimos somos emigrantes o hijos de emigrante; la lengua más usada, de forma muy mayoritaria, es el español –o castellano, como gusten–, y el secesionismo tiene la cuota más baja de seguidores. Pero una cosa es la realidad social –sociológica diría un politólogo–, y otra la presencia mediática –incluyo aquí la cartelería de calle–.
Entrismo nacionalista y realidad electoral
Siempre he afirmado que el nacionalismo catalán ha practicado desde antes de la transición un entrismo o embebimiento en el asociacionismo y en los partidos políticos con unos resultados espectaculares. Y hoy, cualquier asociación que no quiera perder la pequeña subvención que recibe, debe demostrar claramente en todas sus manifestaciones públicas su adhesión a la causa e ideario catalanista, aunque no sea más que con una senyera presidiendo el acto. Da igual que sea un club de petanca, una peña flamenca o una asociación de ayuda a los pobres. De las manifestaciones agresivas se encargan otro tipo de agrupaciones a veces identificables y otras en un anonimato pretendidamente englobador del todo.
La realidad es que, en las elecciones autonómicas –presuntamente plebiscitarias– del 27 de septiembre de 2015, los partidos puramente independentistas (Junts pel Si y la CUP) no llegaron conjuntamente ni al 30% de los votos en Nou Barris, y su apoyo social los sitúa en una quinta parte del censo del distrito (21%), mientras que la fuerza más votada era Ciudadanos, con un programa nítidamente antiindependentista. Es evidente que si no mejoran los resultados en esos entornos nunca obtendrán la mayoría electoral que les permita decir que más del 50% está por la independencia.
Lo del respaldo social lo dan por perdido. Si algún día lo consiguen, a los revoltosos se le convierte en apátridas como en alguna republica báltica (y eso aunque hayan votado sí, sí).
Lo importante es que la presencia pública sea favorable al proceso, y para eso sí hay dinero; para subir el nivel de vida de los que viven en Nou Barris, no. La clave es declarar el territorio como adscrito al procés.
La ambigüedad comuita y podemita
La obsesión por hacerse con el monopolio de 9Barris no es exclusiva del nacionalismo, los neo-progres ya marcaron territorio en su momento. Siendo atraído al mundo de Podemos en 2014, pensando, ingenuo de mi, que una alternativa de izquierdas para toda España no podría abonar el nacionalismo, me encuadré –valga el oximoron– en el círculo de Nou Barris. Organizamos la presentación del círculo contando con Carlos Jiménez Villarejo, con una clara posición frente al secesionismo, como figura estelar. Eso a la dirección de Barcelona y a la estatal de Podemos no les gusto nada. A partir de ese día nos enviaron comisarios políticos y captaron “agentes” que hicieron explotar el círculo. Algo imprescindible para que Pablo Iglesias aterrizara en el distrito en loor de multitudes y sin críticas a su ambiguo posicionamiento ante el nacionalismo. Las acciones presuntamente delictivas llevadas a cabo por los “agentes” siguen pendientes de juicio, pero ellos fueron recompensados haciéndole el pasillo al líder.
Es anecdótico pero no por ello menos importante que en la citada presentación del círculo yo tomé la palabra junto a Carlos Jiménez Villarejo, y, mientras hablaba, alguien le decía a mi hermano: “mira, ése que habla es un fascista españolista”. Después de aquello, Nació Digital me crucificó con la ayuda del insigne neo-independentista Manuel Delgado. Por supuesto mi derecho a replica fue desatendido.
En 9Barris la mayoría somos de izquierda y no nacionalistas
¡No cuela! La realidad es que Nou Barris no es nada independentista, si miramos los resultados del 27S y menos aún si miramos los del 26J, pues los votos a opciones independentistas bajaron al 15% del voto emitido, lo que representa menos del 10% sobre el censo. Se podrá argumentar que el voto de la CUP se repartió entre En Comú Podem –que fue con diferencia, esta vez, la fuerza más votada– y ERC, lo cual es posible en el primer caso, pero no en el segundo ya que los 18.000 votos del 27S a JxSí se redujeron a algo menos de 12.000, suma de votos de los dos partidos (ERC+CDC) que se presentaron por separado, y además es muy posible que muchos se fueran a la abstención. Algunos creen que los de 9Barris se equivocaron al votar en las autonómicas y acertaron en las generales, y tal vez deberían pensar que el voto en las autonómicas lo hacemos con criterios territoriales y en las generales con criterios sociales. Pero mi conclusión es que los de Nou Barris somos mayoritariamente de izquierdas y no somos nacionalistas, por mucho que algunos quieran hablar en nuestro nombre. Y yo republicano.
Vicente Serrano
Presidente de Alternativa Ciudadana Progresista
Autor del libro “El valor real del voto”
Publicado en Crónica Popular
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