“Una mentira mil veces repetida se convierte en realidad”, frase atribuida Goebbels, ministro de Propaganda de Hitler, aunque otros se la atribuyen a Lenin. “España nos roba”, frase repetida hasta la saciedad por los medios de comunicación subvencionados por la Generalidad de Cataluña, y por acólitos dispuestos a llevar la verdad nacional a las mentes de sus conciudadanos, incluso cuando estos son tan solo niños.
Hay un vídeo, grabado en una escuela, en el que se ve a niños, aleccionados y ayudados, asegurando que si no pagásemos a España nos podríamos quedar el dinero para los catalanes y pagaríamos menos. Pura demagogia. Que se lo crea un niño es posible, pero… ¿un adulto? Tras 30 años de control nacionalista de la educación (¿catalanización?) y de los medios de comunicación, ¿nos ha convertido en una sociedad pusilánime? Espero que no, aunque lo que se trasmite es que sí.
Vayamos al grano. Aquí nadie roba a nadie. Todos los ciudadanos pagamos impuestos de dos tipos: directos e indirectos. Los directos (IRPF, por ejemplo) se pagan según los ingresos personales, rentas del trabajo o del capital. Es un sistema proporcional progresivo: las rentas más bajas no pagan o pagan unos porcentajes más bajos. Estos van creciendo a medida que los ingresos suben, llegando los ingresos más altos a un porcentaje más elevado. También se incluirían aquí los impuestos por sucesión o herencia, desaparecidos en algunas CCAA. Los indirectos (IVA, por ejemplo) se pagan al consumir, al comprar bienes de consumo, pagándose un porcentaje fijo independiente de la renta del consumidor.
La ideología o los criterios políticos del gobernante optará más por unos u otros. El Estado destina esos ingresos a las necesidades de los ciudadanos de forma que todos reciban los servicios y derechos sociales que en nuestro contrato social, nuestra Constitución, nos hemos dado. Aquí también la ideología determina las prioridades del gasto.
En un estado social como el nuestro, el gasto, los impuestos recaudados, han de estar destinados a redistribuir la renta nacional promoviendo una justicia social. Es, pues, el ciudadano origen y destino de los impuestos. La profundización de esa justicia redistributiva es el objetivo de la izquierda, concluyendo que quien más gana más paga, y menos recibe. Es el principio resumido en la frase: cada cual paga según sus posibilidades y recibe según sus necesidades.
Extrapolando este principio a las CCAA hemos de decir que las más ricas, donde los ingresos medios son más altos, han de tener necesariamente un déficit fiscal y las CCAA más pobres, donde la renta media es más baja, han de tener necesariamente un superávit fiscal. Algunos, a esto, lo llaman solidaridad interterritorial y yo, fraternidad ciudadana, que ha de darse también dentro de cada Comunidad Autónoma. Esto sería también extrapolable, además, a la relación entre los distintos distritos de Barcelona. ¿Se imaginan a los de Sarriá gritando “Nou Barris nos roba”? Pues es exactamente igual de mentira que cuando CiU, ERC, ICV-EUiA y SI gritan “Espanya ens roba“.
Pero, ahora, resulta que tampoco existe siempre déficit fiscal. Parece ser que el Gobierno autonómico nos escamoteó parte del cálculo de las balances fiscales para que no se conociera que, en 2009, Cataluña tuvo superávit. Desconocemos los balances de 2010 y 2011, y sospecho que no tienen mucho interés en que los conozcamos, al menos antes del 25N.
El problema es político, no económico. El mensaje de “Espanya ens roba” es antiguo, llevan 30 años con el mantra. ¿Qué ha pasado para que CiU se tire al monte? Ha visto una debilitada España y se ha lanzado a la yugular para conseguir poner limite a la solidaridad, para conseguir un pacto fiscal que le sacara de su propia incompetencia y, dado que el órdago no le salio bien, decide embarcarse, más que nunca, en la opción más radical, la que siempre abanderó ERC, la secesión, disfrazándola de derecho a decidir.
Dice Vicenç Navarro que quien lidere la independencia será quien imponga el modelo económico. A partir de esta acertada reflexión me pregunto: ¿qué hace la izquierda? ICV-EUiA, y otros grupúsculos autodenominados alternativos, hablan de “derechos nacionales” y de independencia. Creen que con la secesión, Cataluña será un país socialista, sin burguesía y con la dictadura del proletariado ya de fábrica. Y el PSC, ¿para qué quiere la autodeterminación si está en contra de la secesión? Nada como alimentar al monstruo que te devorará.
Decía en una cena de amigos Olegario Ortega, un socialista cabal, que los cambios políticos que se toman dentro de una dialéctica izquierda versus derecha se pueden corregir y/o mejorar mediante la democracia. Pero que la dialéctica territorial o identitaria nos lleva a cambios imposibles de corregir. Y eso, añado yo, nos lleva al totalitarismo. Hago mía su aseveración y concluyo que en estas próximas elecciones habríamos de votar en clave izquierda/derecha. Mi problema es saber dónde está la izquierda.
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