Financiación autonómica. Ese desproposito

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Es muy posible que las comunidades autónomas necesiten más dinero del que se les aporta con la nueva financiación autonómica y Cataluña seguramente también.  Pero el problema no es ese, el problema es si se ha de repartir esa cantidad y el como se reparte.

 

Estamos en una crisis en la que es muy posible que sea necesario incrementar el déficit del estado para combatir los efectos negativos que sufrirán las clases más desprotegidas. No se si adelgazar los dineros que ha de utilizar el estado central en beneficio del estado autonómico es la mejor de las maneras, ya que las políticas económicas, sobre mercado laboral, subsidio de desempleo, mercado interior, etc. dependen, si no me equivoco, del gobierno central. Dudo mucho que los dineros recibidos en Cataluña mejoren la calidad de vida de sus ciudadanos, me temo, como dice Rafa N., que “no se trata de financiar el estado autonómico sino las burocracias, el nepotismo y las burguesías autonómicas”. Según Rafa N. “este modelo es un monstruo devorador de fondos públicos centrales, nacionales, destinado a satisfacer la financiación de las CC. AA (El Estado de las Autonomías), pero también sus ingentes y parasitarias burocracias autonómicas («nacionales» para los nacionalistas) y la parodia de estados o estaditos bis (parlamentos, tribunales de justicia, defensores del pueblo, gobiernos, televisiones, radios, delegaciones o embajadas en el exterior, delegaciones provinciales, sucursales comarcales, organismos para implementar identidades inventadas hace poco o mucho, hacienda bis, meteorología bis, ministerios bis -por ejemplo, en educación, ya que el central enflaquece pero no desaparece-, instituciones creadas ad hoc para colmar nuevas políticas multiculturalistas y de discriminación positiva que repiten las centrales o bien para multiplicar las nacionales como en el caso de la apropiación de las cuencas hidrográficas por territorios autonómicos con sus respectivos organismos propios, etc., etc.

Y digo yo, que tal vez seria hora de que las comunidades autónomas se apretasen el cinturón, para dedicar más dinero a la protección al desempleo, al fomento del empleo, a la protección de las familias en situaciones precarias, al apoyo a autónomos y pequeña empresa, etc. y esa es la tarea esencial de estado: garantizar la igualdad de todos los ciudadanos. Algo que se contradice con este reparto en el que aparentemente se beneficia a unos sobre otros.

 

Planteada claramente mi posición de que las CC.AA. se llevan demasiada parte del pastel, he de entrar a criticar como se reparte entre ellas el mismo. Creo inaceptable que se le de más a quien más tiene. Siempre defendí que el estado como gestor de la redistribución de la riqueza ha de aplicar al principio de fiscalidad/reparto siguiente: “de cada cual según sus posibilidades y a cada cual según sus necesidades”. Esto significa que cada ciudadano ha de aportar a los caudales públicos en función de su renta y de forma progresiva y ha de recibir los servicios del estado (central o autonómico) que precise, garantizando su igualdad de derechos, deberes y oportunidades independiente del lugar en que resida y del sentimiento patrio que tenga.

 

Es imposible garantizar esa igualdad cuando el reparto por autonomías no se hace con idénticos criterios. La discusión sobre el modelo se vuelve farragosa y no nos ha quedado, al menos a mi, muy claro los criterios de reparto, no ya de la propina de los mas de 11.000 millones, si no del conjunto. Entiendo que los criterios de reparto a las CC.AA. deberían de ser directamente proporcional a la población e inversamente proporcional a la renta per capita. Me temo que este ultimo criterio se aplico al revés dándose más a quien más renta per capita tiene.

 

El despropósito de incrementar y a la vez malrepartir los dineros destinados a la CC.AA. solo es entendible con criterios de oportunidad política del Sr. Zapatero. Es innegable que con este reparto se asegura la estabilidad de su gobierno con el sempiterno apoyo de los nacionalistas (el PP haría algo parecido y ello estaba Rajoy) y apaga el fuego de la rebeldía interna del PSC, siempre tan egoísta y poco dado a la solidaridad. Montilla se ReCrea y retroalimenta su nacionalismo de adopción. Montilla es un paradigma a estudiar.

 

Un socialista que, como tal, se precie no miraría tanto sus intereses partidistas como el interés general de los ciudadanos españoles. Pero …. ¿Quién dijo que Zapatero es un estadista? ….. digo ¿socialista?.

 

Vicente Serrano

Barcelona, 19 de julio de 2009

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