Sea bienvenida esta nueva herramienta de comunicación de la izquierda jacobina, es decir, de la izquierda que se opone a que la Nación se disgregue en innumerables taifas. Aunque pueda parecer redundante, ya que los jacobinos son, propiamente, la primera izquierda: podríamos decir que jacobino y de izquierdas son sinónimos o equivalentes. Pero en tiempos en que hay gentes que, autodenominándose de izquierdas, también se reclaman nacionalistas, habremos de convenir que no sobra el adjetivo.
Denominarse nacionalista de izquierdas o de izquierdas y nacionalista es un oxímoron solo comparable a la denominación de jacobino de derechas. En la distribución de los escaños de la Convención Nacional, tras la Revolución francesa, los jacobinos (que pretendían la unificación de leyes y la desaparición de fronteras internas y de privilegios aristocráticos locales, es decir, una centralización del Estado, para conseguir la verdadera égalité entre todos los citoyens) eran los que se sentaban en los bancos de la izquierda, mientras que los que se sentaban a la derecha eran los girondinos, que defendían todo lo contrario, y de aquí viene la diferenciación política entre derechas e izquierdas. Curioso, ¿no?
Sin embargo, y a pesar de que el jacobinismo tiene un sentido radicalmente democrático basado en la defensa de la igualdad entre todos los ciudadanos, frente a la pretensión disgregadora de la Nación y la creación de desigualdades en función de la clase social, del lugar de nacimiento o la lengua que hables, que es lo propio de las derechas –de todas las derechas, sean españolistas o antiespañolistas–, en España el jacobinismo se asocia, en cuanto que centralista, a todo lo conservador, derechoso y carca. En España lo “progre” es disgregar, separar, crear fronteras y agudizar las diferencias entre ciudadanos, en aras de lo identitario y del particularismo.
Y que las derechas sean anti-jacobinas viene de suyo, pero que las izquierdas (PSOE y UP) hayan abrazado los postulados secesionistas –soberanismo, dicen ellos–, y por tanto sean tan “federalistas” como los girondinos, es un problema para su propia existencia.
Hablemos de federalismo. Se puede ser jacobino y federalista, siempre y cuando entendamos que el federalismo es un proceso de integración y unificación de entidades originalmente soberanas. Pero seamos serios: tal supuesto no se da en España y, en todo caso, si hubo procesos de integración fue en épocas pasadas y dichos procesos respondieron a momentos históricos que no podemos calificar de federalizantes. Entretenernos a mitificar entidades feudales como soberanías originarias y democráticas es de un ahistoricismo inaceptable.
España como Nación Política nace con la Pepa, la constitución de 1812 que precisamente rompe con el antiguo régimen feudal. Independientemente del devenir histórico posterior de esa constitución y las siguientes, es innegable ese momento fundacional de España como Estado Nación.
Solo la miopía de la izquierda formal actual es incapaz de ver que nuestra organización territorial camina hacia la desunión –objetivo contrario a la federalización–, con una estructura territorial cuasi confederal y una Administración Central del Estado jibarizada.
Cuando la izquierda sedicente propone mayor cesión de competencias a la autonomía catalana o vasca –criticando, eso sí, el neo-nacionalismo madrileño, tan insolidario como los otros– está proponiendo una des-integración del Estado, todo lo contrario de lo que se supone que defiende su llamada “cultura” federal. Esa, mal llamada, “profundización federal” genera privilegios para unos y pobreza para otros y, lo más grave, una ruptura de clase, un debilitamiento de la clase obrera.
Hablar hoy de recentralizar competencias es un proyecto para garantizar la igualdad, la redistribución de la riqueza y la justicia social. “Necesitamos un Estado fuerte, robusto y soberano, que garantice la cohesión social, la solidaridad nacional y el bienestar de todos los ciudadanos que viven en territorio español” (1)
Hace años, un dirigente de IU –Felipe Alcaraz– me calificó como un “federalista centralista” cuando critiqué su proyecto plurinacional para España. Hoy resulta que a eso le llaman ser jacobino… Pues eso, soy jacobino. Y, como no puede ser de otra manera, de izquierdas.
Nou Barris, Barcelona. Domingo, 11 de julio de 2021
Vicente Serrano.
Miembro del Grupo Promotor de A.I.R.E. y de la Asociación Alternativa Ciudadana Progresista
Autor de EL VALOR rEAL DEL VOTO. Editorial El Viejo Topo.
(1) Del Documento Político de AIRE – La Izquierda
Publicado en El Papeles
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